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Autor: Manuel Altava Lavall, Portavoz de Justicia del PP en el Senado
Habrá que aprender idiomas, si queremos un mercado laboral común habrá que aprender idiomas extranjeros… pervulgaba la cancillera alemana Merkel en las vísperas de las fiestas navideñas. Poco le faltó para decir claramente que había que aprender alemán. La verdad es que era hora de que algunos cayeran en la cuenta que uno de los más firmes principios y libertades del Tratado de la Unión Europea es la libre circulación de personas y mercancías. Ello implica la ausencia de fronteras, el derecho de todo ciudadano europeo a establecerse en cualquier país miembro y también el derecho al trabajo de manera idéntica en cualquier punto territorial de cualquier país de la Unión. Otra cosa será encontrar ese contrato que hoy tantos y tantas buscan y la conveniencia para ello de ofrecer una formación lo suficientemente amplia y competitiva en títulos, idiomas y experiencia en su caso.
Es fácil y recurrente echar mano de la pertenencia a Europa para apuntalar situaciones, momentos políticos y dificultades. Apelar a la europeidad para dar un salto desde la pertenencia a España a la independencia ha sido uno de los artilugios del inefable Artur Mas en estos días-record de su perecedera actualidad. A menudo, colocarse en el estadio de quien hace bien las cosas y disfruta de una buena posición en relación con los demás trae consigo una peor disposición y una aureola de superioridad que ni ayuda ni facilita la enmienda y solución ajenas. Nadie quiere correr la suerte del otro cuando ésta se muestra esquiva,… es una constante humana. Saber valenciano, catalán, gallego y eusquera además de que lo debemos reivindicar nos abre un marco de competitividad pero siempre reducidoterritorialmente. El castellano nos abre muchas más oportunidades de trabajo. Al fin, no hemos preparado a nuestros ingenieros, médicos o titulados de enfermería para que irremediablemente se vayan en tropel pero, si lo hacen, sería deseable que los reciban en las mismas condiciones que los naturales del país por su conocimiento del español y del país de arribada. Por eso, dada la movilidad laboral, con el tiempo, quizá no solo habrá que aprender alemán sino también estudiar español tendrá su sitio, su exigencia y sus propias posibilidades. Ahora y más en el futuro.
África están atravesando interesantes y más que prometedoras experiencias de prosperidad. El gigante chino ya no es sólo la gran potencia por tener un mercado de una cuantía humana inimaginable, sus bancos y sus grandes fortunas se han tornado en inversores que comienzan a controlar importantes sectores ricos y estratégicos en todo el planeta. Y los países árabes productores de petróleo y gas continúan en su ascendente y sostenida línea dispensadora de generosas fortunas en dólares que, aparte de en casa, circulan sobre todo por Europa y Estados Unidos. Por eso, una vez completada la etapa de ajuste más dura de la crisis en Europa, que la supervivencia del euro ha dejado de ser cuestionada y las primas de riesgo de los estados más amenazados han comenzado a estrecharse, el desenlace favorable –sujeto a turbulencias- empieza a adivinarse. El mercado laboral común que viene exigirá la mejor preparación técnica y también que se estudien idiomas para poder desenvolverse en todo el mundo ya que nada le hará contenerse.
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