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Religión en Libertad

Autor: Vicent Sales, Concejal Ayuntamiento de Castellón

Hace dos días comenzaron en Madrid las Jornadas Mundiales de la Juventud. Unas jornadas que, por encima de todo, tienen la finalidad de que jóvenes de 193 países de alrededor del mundo puedan compartir su alegría y su fe acompañando al Papa Benedicto XVI.

Tuve la oportunidad de participar en la misa inaugural de la Cibeles, oficiada por el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Rouco Varela, y resultaba impactante ver alrededor de un millón de jóvenes de todos los rincones del Planeta reunidos por una misma causa, que no es otra que estar juntos, hacer amigos, rezar, dar testimonio y descubrir que la Fe es un hecho global.

Yo mismo pude saludar a jóvenes cristianos venidos de Líbano, de Siria, de Dubai, de Hong Kong, de Qebeq o de la Diócesis de Brooklin en Nueva York. Pero también a jóvenes de Irak, Kinshasa (Congo), jóvenes árabes de Ramala (Cisjordania), de Bengala (India) o de Taipei (Taiwan). En definitiva, juventud valiente que en muchos casos ha tenido que desafiar verdaderos problemas para obtener el visado de salida de su país, escondiendo incluso el motivo de su viaje. Una juventud que quiere mostrar a la sociedad una actitud valiente y constructiva, poniendo de manifiesto los valores que han de re vertebrar una sociedad en crisis, no sólo económica.

Y lo mejor de todo es que estos jóvenes viven su espiritualidad, su camino de testimonio porque quieren, porque les da la gana, porque hacen uso de su libertad. Y eso les resulta insoportable a los grupúsculos organizadores de la “marcha anti-Papa”. En un verdadero estado aconfesional, es decir, neutral en materia religiosa, es impensable que cuando unos ciudadanos ejercen su derecho consagrado en la Constitución y la Declaración Universal de Derechos Humanos, personas de mentalidad intolerante y autoritaria vinculadas a la izquierda radical quieran conseguir un protagonismo que ni tienen ni se merecen. En una verdadera sociedad neutral en materia religiosa, a nadie le importa si sus conciudadanos son católicos, simpatizantes del Barça, socios del Club Náutico de Denia o de la asociación de Amigos del Caganer.

 

Lo son en estricta función de su elección personal, es una opción de vida, una opción personal ejercida desde su libertad. Pero “¡ay libertad!”, algunos tienen miedo de utilizarla, y superar así la resignación y el miedo. En este año en el que hemos conmemorado el 50 aniversario de la construcción del Muro de Berlín, todavía no estamos curados de tentaciones redentoras totalitarias, y esta marcha anti-Papa no es más que una manifestación de los enemigos declarados de la Libertad acompañado del relativismo moral que completa el currículo oculto de la ingeniería social que practica la Izquierda. Un relativismo que no es más que la perversión moral de una sociedad en crisis.

Por eso los jóvenes que estos días están en Madrid vivirán con una gran indiferencia esta “arcaica marcha laica”. La juventud de la JMJ está pendiente de las cosas importantes, que no son otras que alcanzar los exigentes retos para huir del egoísmo y hacer de su vida una entrega a los demás.

Y lo harán ejerciendo su libertad, sin insultar a nadie, sin ofender a nadie, sin disturbios, sin agresividad, sin necesidad de intervención policial, sin destrozar el mobiliario urbano, sin romper establecimientos ni invadir permanentemente un espacio público, sin violencia y sin más estridencia que sus canciones optimistas que reivindican una sociedad mejor, más generosa, menos egoísta  y más libre.

 

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