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Autor: Julio Tena Fortanet, Vicesecretario de Comunicación y NNTT Alfredo Pérez Rubalcaba aborda su singladura como candidato exhibiendo las mismas contradicciones que caracterizaron sus años de desgobierno socialista. Primero fue el tema de la velocidad: se gastó una millonada en reducirla a 110 km/hora, y otro montón meses después en volverla a poner los 120. Igual que el techo de gasto. El candidato se reía de Rajoy por plantear semejante cuestión, y al poco tiempo no sólo era necesario sino que, además, había que plasmarlo en la Constitución por la vía de urgencia. Lo último es el impuesto del patrimonio. El Ejecutivo lo suprimió por "obsoleto e ineficaz", y ahora hay que volverlo a implantar deprisa y corriendo para salvarnos de la quiebra. Me gustaría saber a qué ricos se refiere Rubalcaba (RbCb) cuando habla de ricos. ¿A los que poseen algún milloncejo que otro, como él? Me gustaría saber quién se cree todavía esa perorata decimonónica que establece que España se divide en pobres y ricos, como si viviésemos en una novela de Dickens: los pobres, tras escaparse del tétrico orfanato, trabajando desde los diez años jornadas de once horas en fábricas de betún, telares tóxicos y minas de sal. Lo digo por aquello de la resurrección del Impuesto de Patrimonio, que todo el mundo da por seguro que volverá a la vida fiscal este próximo viernes, reencarnado en "Impuesto de Pobres contra Ricos". De los paganos de clase media. A los ricos de verdad les importa un bledo esa calderilla. Nos van a crujir a usted y a mí. Y encima tendremos que aguantar el discursito ese de "los pobres y los ricos", que ya cansa. Si alguien pensó que con Rubalcaba se iba a producir un cambio en la manera de gobernar, se equivoca. Estamos ante el mismo vaivén, la misma improvisación, el cambio constante de ideas. El problema con este Impuesto sobre el Patrimonio, amén de que no gravará a los ricos de verdad sino a las clases medias, está en que puede que ni tan siquiera salga adelante. Rubalcaba se lo ha pedido al Gobierno y éste accederá a aprobarlo por decreto el viernes. Pero si el día 22 el PSOE no tiene mayoría suficiente para convalidarlo –PNV y CiU se oponen–, entonces Pérez Rubalcaba quedará en ridículo ante todo el mundo. Igual es el último regalo que le dispensa Zapatero.
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