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La Ecuación Moliner

Autor: Miguel Barrachina Ros, Economista y Vicepresidente de la Diputación de Castellón

Ha habido a quienes ha sorprendido la rapidez y determinación con la que el presidente de la Diputación, decidió remodelar su gobierno provincial y cesar a un vicepresidente, minutos después de saber del publicado episodio. A quienes le conocemos no nos sorprendió en absoluto.

 

Javier Moliner es ingeniero y su proceder, en asuntos de ética política, previsibles, como el resultado de una ecuación, otro comportamiento diferente al de ser el más rápido y el que más lejos ha llegado en exigencia de ejemplaridad habría dado “error”.

Por eso, matemáticamente, cuando en su fórmula se introduce el dato de “comportamiento legal pero inadecuado” el resultado es “expulsión”.

 

La “ecuación Moliner” se ha conformado con factores como el de ser el único presidente que ha vinculado el cobro de su nómina al previo pago a proveedores, tras bajársela un 25%, que ha pactado con la oposición un Reglamento con un capítulo específico “De la Transparencia” que publicita retribuciones mensuales,  currículo y actividad de diputados y personal de confianza.

Austeridad, ejemplaridad o consenso son parte clave de esa ecuación, por ello ya en su discurso de investidura dijo que “había que respetar las ideas de todos los partidos y apartar el interés partidista cuando está en juego el futuro de Castellón” y aún disfrutando de la más amplia mayoría -18 escaños PP, 8 PSPV y 1 Compromís- se han alcanzado importantes acuerdos en el mantenimiento de la banca rural, la central de compras, el fracking, Castelló Ruta de Sabor…y sabe la oposición que aún cuando algunos de ellos abandonan la Cumbre de Alcaldes la Diputación sigue siendo su casa.

 

La institución que lidera en dos años ha reducido el gasto corriente un 28%, los intereses de la deuda un 50%, los gastos de personal un 10%, se paga en 20 días a los más de 5.000 proveedores y cuenta con la mitad de vicepresidentes.

En los últimos años nos abruman noticias que apelan la falta  de moralidad en la política y comportamientos desnortados en la gestión de los recursos públicos, que atraen a mi memoria como en de estudiante, en la asignatura de Econometría nos inquietaba la aparición de la variable “ruido blanco” aquella que, por su carácter imprevisible y aleatorio, era capaz de arruinar un proyecto.

 

Puede que ese comportamiento previsible, algebraico, austero y ético de Moliner, sea un producto castellonense no exportable, pero quienes tenemos la suerte de disfrutar con la vocación pública agradecemos enormemente la fiabilidad de su proyecto.

 

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