Yogur griego

Autor: Manuel Altava Lavall, Portavoz de Justicia del PP en el Senado

Desde aquí se ve con cierta simpatía al pueblo griego, su mítica historia, sus celebradas ruinas, su mediterraneidad, su familiar fonética y hasta sus tópicos. La rabiosa actualidad que ha colocado a los helenos en el centro de las noticias económicas nos llevan sin duda a detenernos en el análisis de su encrucijada que hasta les ha llevado a constituir el Parlamento griego y a disolverlo el mismo día y tampoco pueden formar Gobierno. El periodista griego, Takis Michas, hablaba hace unos días sin más miramiento del fracaso del modelo económico griego, y lo hacía tras calificar de debacle del Estado y colapso nacional al referirse a su quiebra

Michas, en su exposición, ancla en el siglo XIX los orígenes del actual estado de cosas y define el sistema de su país como aquél que siempre ha puesto la política por encima del mercado. Se trata de un modelo clientelista, un sistema en el que se presta apoyo político a cambio de los beneficios materiales. Así, ha sido siempre el Estado el principal proveedor de rentas, la principal fuente de ingresos de mucho más de la mitad de sus habitantes, con una administración hipertrofiada en cuanto al número de funcionarios, la cuarta parte de la llamada población activa. El 80% del gasto público se destina a los salarios y a las pensiones de los empleado públicos. A ello hay que añadir que aproximadamente el 70% de la población recibe sus ingresos total o parcialmente de impuestos o gravámenes dándose pie a una importante actividad nada productiva realizando una intensísima lucha estatal por obtener esos beneficios. A ello, se destinan esfuerzos, recursos e inteligencia que bien pudieran tener otro fin como el de generar riqueza.

No cabe duda de que las causas de una situación son tan distintas como distintas son las realidades nacionales de los llamados países del euro, pero también es cierto que hay similitudes - presentes y futuribles- y que se puede aprender de lo propio y de lo ajeno. Mucho se oye decir que la UE pone los mercados por encima de la gente, en Grecia siempre se ha puesto al pueblo por encima de los mercados y los resultados no han podido ser más nefastos ni más perjudiciales para aquéllos a los que paradójicamente se pretendió proteger o preservar.

El profesor José Calvo González siempre nos recuerda que el constitucional Estado social y democrático de derecho no debe confundir esa vocación social, ese mandato, con la machacona tendencia de algunos partidos políticos de llevar a cabo acciones públicas clientelares que, a la postre, entienden que les reportará beneficios políticos en forma de apoyos, prestigio y votos, administrando los recursos públicos de forma interesada, dirigida e injusta. Un cuerpo que no recibe alimento del exterior, que no accede a los nutrientes de su entorno, consume las reservas primero y agota sus vitaminas y componentes después hasta consumirse a sí mismo.

En demasiadas cosas y en muchas tendencias se observan parecidos en España con el fulminantemente cesado modelo griego. En este fin de un tiempo, el populismo y la mentira socialista que hemos vivido no ayuda, son un recurso perverso a desterrar. Grecia tiene que salir de ésta, las condiciones que debe cumplir son duras y comprometidas. La receta para sus males es europea y su viejo estilo de Estado clientelar está expresamente contraindicado para ellos y para el resto de países.

 

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