¿Propaganda o frustración?

Autor: Mario Ángel García Báscones, diputado provincial y alcalde de Nules

Esta semana el portavoz socialista, Francesc Colomer, ha dicho que el gobierno de Javier Moliner maneja a la perfección la propaganda. Y sus declaraciones no dejan de ser irónicas.

Irónicas porque provienen de un partido que se ha caracterizado por su fijación a la hora de controlar cómo se cuenta lo que hacen, sin importarles demasiado cómo lo hacen. De hecho, sus dos legislaturas al frente del Gobierno de España han sido un ejemplo de libro, de cómo preocuparse más por la imagen que por la gestión.

Y todo viene porque les molesta que la tesorería de la Diputación esté saneada, como demuestran las pruebas. En su empeño por demostrar lo contrario, se remiten a datos antiguos, a situaciones diferentes a la actual, pero los hechos son los hechos: los proveedores no tienen problemas para cobrar; los municipios, en especial los más pequeños, se sienten respaldados y encuentran apoyo para mejorar infraestructuras y servicios; conseguimos logros históricos como la aportación de agua del Ebro. Y así numerosos ejemplos que son como la sal en las heridas del PSOE.

Y como le contamos a los ciudadanos lo que hacemos, porque deben saberlo, nos acusan de hacer propaganda.

Propaganda, de la barata, fue dar a los ciudadanos lo que no había, para ocultar sus estrepitosos errores de gestión. Como el cheque bebé, que fue un dar sin tener. O como el Plan E, que no sirvió para lo que lo habían vendido, de hecho los fracasos en este sentido se cuentan por decenas. Su habilidad para sacar de la caja sin pensar en cómo volver a llenarla, nos dejó como todos sabemos. Pero qué bien lo contaron, hasta que se cayó el decorado.

La diferencia entre vender realidades y vender cuentos chinos está en una prima de riesgo de 280, en el mejor momento del Ibex de los últimos años, en el actual nivel de confianza hacia la economía española, en el indudable cambio de tendencia del crecimiento económico. Realidades que los socialistas se empeñan en ocultar con sus estrategias populistas y sus mensajes demagógicos y oportunistas.

Si lo nuestro es propaganda, lo suyo es frustración.

 

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