La pose y el fracaso

Autor: Rubén Ibáñez Bordonau. Diputado Corts Valencianes

La política del president Ximo Puig empezó con mucho gesto y pose y ha terminado como solo acaban las políticas de izquierdas, con un tremendo fracaso. Puig fió toda su política a enredarse y presentar batalla al Gobierno de España, no por su poca simpatía hacia todo lo que sonara a España, que también, lo hacia fundamentalmente por estar gobernado, en aquel entonces, por el PP. Puig que aparenta, y posa con el diálogo, lleva en vena la imposición y el sectarismo. Conmigo o contra mí es su lema.

El cambio de Gobierno en España ha sido la peor noticia para él, y ha provocado un giro rotundo a tres años de cuentos e historias con los que entretenía a los valencianos haciendo ver que todos los males residían en el Ejecutivo. La teoría de buscar un enemigo fuera es más antigua que Puig, pero también es tan falsa como sus poses o apariencias políticas.

Mientras a los valencianos los entretenía mirando al Gobierno central y la falta de financiación, el president iba montando empresas públicas, nombrando asesores, engordando el Consell y su gobierno valenciano. Con una mano pedía y con otra gastaba, pero solo para autobombo, mientras los impagos empezaban a relucir, las listas de espera sanitarias se eternizaban y los barracones era una asignatura que siempre dejaba pendiente.

Hoy, con Sánchez en el poder, Puig ha demostrado que jamás tuvo en su mente defender a los valencianos, defender a nuestra tierra y hacer valer que, cuando uno preside una comunidad, primero son sus habitantes y luego.... también.

El presidente Sánchez, doctor en poses y falsas apariencias, ha copiado la peor receta en la gestión del gobierno de Puig. Se inventa ingresos como quien confunde números con asientos contables. Si Puig no va a dejar un legado de 5.300 millones inventados en las cuentas de la Generalitat que nunca aparecieron, Sánchez pretende ahora hacer lo mismo para sacar como sea unos Presupuestos. El resultado de ese mal plagio será lo que los valencianos ya conocemos: demoras en los pagos, recortes en derechos, listas de espera y el más caduco paradigma de la administración, traducido en un «vuelva usted mañana».

El socialismo tiene la virtud de la apariencia, del gesto que se compra rápido, pero tiene el defecto que la gestión y el tiempo descubren. Tras un gesto no hay nada, tras una pose solo hay fracaso.

Puig ha fracasado como gestor y se ha mantenido como político. Como gestor no ha sabido resolver ningún problema de los valencianos. Paro, impagos en dependencia, en ayudas sociales listas de espera sanitarias, barracones, imposición lingüística, lucha contra la concertada o subida de impuestos son muestras de quien, teniendo 4.000 millones más que el último gobierno del PP, lo ha fiado todo a ir contra el gobierno de España olvidando a quienes tenía que administrar: los valencianos.

Cómo político se ha mantenido: el márketing, la apariencia y un dineral en propaganda le han mantenido hasta que la gestión ha escrito su página del fracaso.

Creer que todo era posible solo con apariencia y sin gestión fue un error. Dedicarse a desacreditar al Gobierno por ser de otro partido, olvidando las necesidades de los valencianos ha sido su gran fracaso.

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