La impunidad de imputar

Autor: Mario Ángel García Báscones, diputado de Medio Ambiente y alcalde de Nules

Mientras no existan duras consecuencias para quienes se dedican a manchar la imagen y la honorabilidad de los demás sin preocuparse por las consecuencias y por tener pruebas más allá de toda duda, ningún inocente va a poder estar totalmente tranquilo.

Como ya nos pasó al concejal de Urbanismo de Nules y a mí por las construcciones de la marjaleria, ahora están buscando las cinco patas al gato en el Ayuntamiento de Castellón por el mismo tema y también han denunciado a la alcaldesa de Benicàssim por otra cuestión que hay que coger con pinzas. ¿Quién reparará el daño a nuestra imagen política y personal cuando se demuestre (que se demostrará) que no hemos cometido ninguno de los delitos de los que nos acusan?

El que no ha infringido la ley puede estar tranquilo frente a las acusaciones infundadas, pero el daño público es irreparable.

Si hablamos de lo que pasa en la marjaleria, tanto en Nules como en Castellón, en esencia, se reproducen las mismas circunstancias. Ante las amenazas de derribo para las casas ilegales, pretenden que los alcaldes y los concejales asumamos toda la responsabilidad sobre esos ciudadanos que, siendo conscientes de que no podían hacerlo, construyeron donde no podían.

Desde mi punto de vista, aunque se ha hecho mucho más, debería ser suficiente con poner un gran cartel, claramente visible, en el que se recuerda la evidencia de que está prohibido construir sin licencia, como por ejemplo hicimos en el Ayuntamiento de Nules cuando en el 2007 el PP asumió el gobierno municipal. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Ahora, cuando las cosas van mal, cuando la justicia se pone en contra de esos ciudadanos que ignoraron la ley sabiendo que lo hacían, ellos y algunos políticos oportunistas, buscan responsables fáciles en los políticos. Y como no pasa nada si pongo en duda su honorabilidad, pues les denuncio y punto. En ese momento nos encontramos. Quien ve los toros desde la barrera, recibe las cornadas.

Jamás se me ocurriría buscar cabezas de turco para mis errores, por eso me indigna tanto que otros lo hagan.

 

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