Fracaso de la violencia

Autor: Mario Ángel García Báscones, diputado de Medio Ambiente y alcalde de Nules

El llamamiento de los violentos ha fracasado. Los que creían que representaban el malestar ciudadano se han dado cuenta de que no representan a nadie. Yo me encontraba entre los que, aunque seriamente preocupado, sabía que la convocatoria violenta de asalto al Congreso iba a retratar a quienes nada quieren aportar y sólo quieren destruir.

Incluso los exaltados, con los que no compartimos las formas, aunque sí su derecho a mostrar su disconformidad, se desmarcaron de un espectáculo triste, desubicado en un país que está muy cansado de la crisis, pero que no cree que la solución pase por acabar con nuestro sistema democrático o por liarnos a pedradas hasta que nos arranquemos la cabeza, porque sabemos que lo que queda después de la violencia es NADA.

A todos nos asustan y nos indignan las cifras del paro. Que España tenga más de 6 millones de parados no puede dejar a nadie indiferente. Pero las soluciones, que en algún sitio deben estar, nunca las encontraremos en el anarquismo, en la coacción, la agresión, el insulto, las barricadas o el caos.

El Gobierno de España está haciendo un esfuerzo importante por encontrar las salidas que tanto necesitamos y por el momento ha conseguido sacar a este país del agujero negro en el que estaba y que había motivado que nadie confiara en nosotros. Casi hemos olvidado que hace algunos meses se hablaba de rescate inevitable, y en estos momentos nadie apunta hacia esa posibilidad.

Es cierto, nuestros retos son otros, pero el contexto no es el más propicio. La economía es nuestra principal aliada, pero también la más dura enemiga, porque todos los países de nuestro entorno persisten en la situación de recesión, aunque nuestro punto de partida fue mucho más adverso, de ahí el resultado.

Con todo, lo que nunca debemos perder es la confianza. Sólo seremos capaces de salir de esta situación si mantenemos la sensatez democrática y seguimos demostrándoles a quienes queman contenedores, destrozan comercios, esconden cuchillos y se tapan con capuchas, que están solos en su proyecto de dictadura radical y antisistema.

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