Acierto negociador de Rajoy

Autor: Andrea Fabra Fernández, Diputada por Castellón

Negar la realidad por parte de la élite dirigente nunca ha sido la panacea. Sus consecuencias las sufrimos a diario en España pero fíjense también en Grecia. Tras décadas de populismo demagógico, el próximo domingo el país se enfrenta a un reto trascendental con consecuencias para toda la zona euro: o seguir recibiendo la amarga (y dolorosa) medicina que puede, al menos, generar la esperanza de una curación o abandonar el tratamiento definitivamente, lo que provocaría unas consecuencias de alcance todavía incalculable. Los principales países miembros ya han avisado a los helenos de que tanta generosidad debe ser correspondida con esfuerzo.

La Unión Europea se encuentra en un momento decisivo de su historia que, como avancé en mi anterior artículo, debe traducirse necesariamente en un replanteamiento de sus cimientos económicos y monetarios y el presidente Mariano Rajoy ya ha puesto de manifiesto que España quiere sumarse a quienes apuestan por una mayor integración.

Por ello, tuvo claro desde el inicio de esta legislatura que debíamos abordar las importantes reformas y adoptar las urgentes medidas que se tomaron desde el primer día. Algunas amargas sí, pero absolutamente necesarias y que hoy demuestran que, de no haberse acometido en estos escasos cinco meses, en vez de la inyección de 100.000 millones de euros de crédito al sistema financiero (importe que computará como deuda pública del Estado pero no como déficit del país) España estaría abocada a los rescates como les ha pasado ya a Irlanda, Grecia o Portugal.

Un rescate es una ayuda financiera a un determinado estado a cambio de que se impongan medidas políticas de ajuste. Lo que va a recibir España es un crédito europeo dirigido a aquéllas entidades bancarias que lo requieran y serán ellas, y no el estado, las que asuman las condiciones que se fijen.

El mejor indicador de que el préstamo recibido no es un rescate, como el que han necesitado nuestros tres socios, lo tenemos en que estos quieren de la Unión Europea las mismas condiciones que se están ofreciendo a España.

La mejor opción para recapitalizar el daño que sufre nuestro sistema financiero es, sin duda, la negociada por el presidente Rajoy aunque todavía hay quienes se niegan a entender que esto se ha hecho porque buena parte de la recuperación de nuestro tejido empresarial depende del estado de nuestro sector bancario, y llevamos demasiados años posponiendo decisiones que han generado muchos perjuicios irreparables.

Por eso sorprende, todavía más, que aquéllos que podían haber evitado esta emergencia nacional si hubieran gobernado con diligencia, se afanen a diario por criticar, con argumentos vacíos, no solo las reformas llevadas a cabo que permitirán que sigamos contando con un estado del bienestar sostenible, sino la capacidad negociadora del Ejecutivo de Rajoy que, poco a poco nos va situando en la buena senda, porque todos los pasos dados hasta ahora se encaminan hacia esa recuperación del crecimiento y el empleo, que tanto ansiamos

Podría resultar hasta cómico, si no fuera porque la situación no está para bromas, las lecciones que los distintos portavoces socialistas se atreven a dar sobre lo que debiera hacer no sólo España sino también Europa ¡Que osadía después de tan nefasta gestión!

Rubalcaba sigue enredando por debajo de la mesa con debates estériles que no llevan a ninguna parte, salvo a perjudicar, no a este gobierno sino a este país, con el permanente cuestionamiento de nuestra credibilidad.

Esto nos podría llevar a muchos a pensar que está jugando a la contra, si no fuera porque somos conscientes de lo delicado de la situación y no podríamos entender tan miserable actuación,

Pero es que el líder del principal partido de la oposición está donde siempre ha estado, en las zonas turbias y oscuras, en el rumor y no en la solución. ¿Alguien sabe exactamente a qué ha ido a Berlín?

 

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