Perseguir a los cristianos

Autor: Beatríz Gascó Enríquez, Diputada autonómica del PPCS

Yo me he preguntado en numerosas ocasiones que mal le ha hecho la religión católica a muchas personas de izquierdas que sienten en ella un enemigo a batir y la combaten con una ira y con una rabia difícil de entender. El ataque, de la izquierda, a la religión católica no es nuevo, yo que soy la portavoz de educación en el Grupo Popular en Les Corts lo veo constantemente. Fuera crucifijos, fuera belenes, quieren sustituir la Navidad por el solsticio de invierno, la Semana Santa por la semana blanca... en fin, eso es lo importante ¡ah¡ y el valencià, casi se me olvida, pero es otro tema.

Estos días, sin ir más lejos, hemos visto una maniobra de despiste. Se puso encima de la mesa que algunos centros iban a estudiar Islam, para que días después la izquierda anunciara una moción en el Senado para eliminar la religión católica de las aulas. Otra vez el machaque a una religión que, les guste más o menos, es la mayoritaria en nuestra tierra. Pero una vez más, aparece la superioridad moral de la izquierda; la que nos dice que es lo que tenemos que pensar y decide por todas las familias que optan por estudiar religión católica: hay que eliminarla porque no comulga con nuestra ideología. Son así de democráticos, si lo que se imparte en los colegios no está en su ideario político, la izquierda se lo carga ¡viva la democracia! Para ellos solo existe una verdad, la suya, y a este estado de imposición y sectarismo le llaman nuevos tiempos.

Pero el ataque a la religión católica no solo está afectando a las aulas, afecta a todos los municipios gobernados por la izquierda, en los que cualquier cruz que tengan consideran que hay que derribarla; lo vimos hace poco en la Vall d'Uixó y mucho me temo que los próximos en quedarnos sin ella vamos a ser nosotros, los vecinos de Castellón.

Amparo Marco y sus amigos radicales no cejarán en su empeño de derribar la Cruz del parque de Ribalta. Les da igual que muchos vecinos se manifiesten contrarios a la demolición y que en las encuestas, los votantes se inclinaran de forma muy mayoritaria a favor de su conservación.

Con la llegada de la democracia, la corporación que presidía el alcalde socialista, Antonio José Tirado Jiménez, juzgó oportuno cambiar la rotulación del monumento recordando la memoria de todas las víctimas de la violencia y suprimió los símbolos fascistas de la cruz, sin plantearse en ningún momento derribarla. Una actitud muy similar a la que tuvo el alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, cuando impidió la retirada de la Cruz de la mesa de su despacho, con estas palabras: «La contemplación de un hombre justo que murió por los demás no molesta a nadie. Déjenla donde está». Pero el socialismo, ahora en manos de Compromís, totalmente radicalizado, ya no es lo que era.

¿De verdad que Castellón no tiene problemas que solventar? Si no saben qué hacer yo les puedo hacer llegar una lista bien grande de todas las cosas que hay pendientes de resolver en esta ciudad. Pero no, ellos no han venido a trabajar, ellos han venido a crispar, a confrontar y a reabrir heridas cerradas. El gobierno de esta ciudad es un desastre. Por lo único que pasarán a la historia es por arruinar todo aquello que tocan.

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