Los deberes del Consell

Autor: Vicente Blay Casino, presidente provincial de NNGG de Castellón

Se avecinan días de ilusiones coloreadas, reencuentros entre pupitres y despertares con aroma a libros plastificados y libretas por estrenar. Momentos de lágrimas y nuevas aventuras para los más pequeños de la casa y retos educativos para quienes avanzan en su crecimiento formativo.

Llega la vuelta al cole y con ella una agenda en blanco por rellenar para los estudiantes y sus familias y, por desgracia, a rebosar de deberes y notas en rojo para un Consell que, más allá de apostar por la calidad educativa, se ha dedicado a cargar de piedras las mochilas de los alumnos.

Muchos de ellos tendrán un regreso a las aulas de chapa y plástico por culpa de los barracones que dibujan un paisaje prefabricado para más de 11.000 estudiantes de la Comunitat y que levantan hasta 16 colegios de mentira en nuestra provincia. Lejos de ese futuro esperanzador que prometió construir Marzà en 2015, los 124 centros educativos que adelantó el Botànic han acabado desapareciendo tras el telón de su inoperancia y falta de gestión. Una inoperancia que también ha hecho que llenar la mochila en la Comunitat sea más caro que en la mayoría de comunidades. Y es que Xarxa Llibres se ha convertido en un parche ineficaz ante una problemática que enturbia el septiembre de demasiadas familias.

Es por ello que desde Nuevas Generaciones queremos amortiguar la falta de ayudas del Consell a través de una iniciativa de recogida de material escolar. Se trata de dar una pincelada de oportunidades a aquellos que más lo necesitan y hacerlo para que la educación sea de verdad una fuente de oportunidades y recursos.

Porque ha llegado la hora de apostar por un modelo educativo alejado de las imposiciones lingüísticas, los frenos a la libertad de enseñanza, el adoctrinamiento o el encarecimiento de las tasas de la EOI.

Es imprescindible que los manuales educativos de quienes nos gobiernan hablen de educación de calidad, esfuerzo e igualdad de oportunidades. Que sus esfuerzos se construyan al ritmo de nuevos centros y que, tras 13 cursos en barracones, el Regina Violant de Almassora sea de una vez por todas una realidad de hormigón.

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