De manirrotos y sacos sin fondo

Autor: Mario García Bascones, concejal y presidente del PP de Nules

Hubo un tiempo en el que un proveedor del Ayuntamiento de Nules tenía la certeza de que, tras realizar los servicios contratados, cobraría por ellos en el periodo que establece la ley, no más de 30 días. Aquello sucedía en un momento económico muy complicado, en plena crisis, cuando los recursos eran muy escasos y las dificultades múltiples, pero hubo quien creyó que era más importante cumplir con quien hace su trabajo, que ofrecer una imagen falseada de la realidad y esa fue la prioridad.

Pero llegaron los del cambio y, evidentemente, la situación cambió. Porque pagar una operación de estética integral para aparentar ser quien no eres es muy caro. De todos es sabido, aunque el gasto no pesa cuando se asume con el dinero de otros. Y así, desde el 2015, los vecinos de Nules llevamos pagando la mascarada de un pacto para el que es más importante tener a los bancos contentos que a sus propios vecinos. ¿Por qué si no presumirían tanto de que vuelven a pagar por anticipado una deuda que ya está pactada, mientras un proveedor no sabe cuándo va a cobrar por el trabajo que ha hecho?

Aunque eso es lo de menos. Lo que de verdad importa es la apariencia. Como la de la Cámara Agraria. Más felices que perdices estrenaron una reforma que no saben explicarnos cómo van a pagar. No paran de llegar facturas y modificados que nadie aclara cómo van a asumirse. La última por mobiliario, 44.000 euros. Una más de tantas. Por no hablar de la privatización de la brigada municipal. Sí, la privatización --para los que decían apostar por lo público--, que costará 300.000 euros anuales por hacer unas tareas que hasta ahora asumía el Ayuntamiento sin costes adicionales para las arcas municipales.

Gastan porque necesitan imagen, aparentar que han hecho algo de provecho, cuando todos sabemos que nada hay de eso. Son unos manirrotos cuando se trata de contentar a sus amigos y garantizarse un puñado de votos que les ayuden a permanecer en unos asientos que no consiguieron en las urnas, sino en habitaciones cerradas donde pisotearon sus proyectos políticos y el compromiso con sus propios votantes. Y eso sale muy caro. Demasiado.

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